El poder del cambio

Me gusta muchísimo este poema del escritor y filósofo alemán Goethe. Lo cita Jhon Kabhat Zinn en el su libro "La práctica de la atención plena" y hace poco una persona me lo dedicó especialmente. Leerlo me incita a reflexionar sobre uno de los handicaps más grandes con los que puede enfrentarse el ser humano: el miedo. En concreto el miedo a tomar decisiones, a aceptar novedades, a arriesgarnos fuera de nuestro mundo conocido, de nuestro entorno, lo que hoy llamamos nuestra "zona de confort".

Sé hacer un huevo frito, sé qué sabor tiene, cuánto tardo en hacerlo, el aspecto que tendrá cuando acabe de cocinarlo ¿para qué probar a hacer una tortilla? ¿Para qué arriesgarnos a que algo salga mal? Es un conservadurismo comprensible pero erróneo. Sin aventurarnos nada sucede. Cuando nos movemos, aunque sea un poco, las cosas se mueven con nosotros, el aire a nuestro alrededor se renueva, a toda acción sigue una reacción y, como dice el poeta,... "la Providencia da el paso también". Y sobre todo, no pases el resto de tu vida preguntándote si podías haber hecho aquello que querías hacer.

Hasta que nos comprometemos

hay vacilación,

la posibilidad de retroceder,

inefectividad.

En lo concerniente a todos los actos

de iniciativa (y creación)

hay una verdad elemental

cuya ignorancia mata incontables ideas

y espléndidos planes: Que en el momento

en que nos comprometemos definitivamente,

la Providencia da el paso también.

Todo tipo de cosas ocurren para ayudarnos