MINDFULNESS Y ESCUELA: un espacio donde aprender a aprender
Vivimos en un mundo acelerado. Las prisas, las exigencias, la impaciencia,… son constantes de nuestro día a día en el trabajo, en casa, incluso en nuestros momentos de ocio, y, como no podía ser de otra manera, también en la escuela. Y si es grave que esto suceda en todos los ámbitos de nuestra existencia, me parece especialmente preocupante que el estrés haya llegado a las aulas y recreos de los más pequeños.
Ya lo hemos dicho en repetidas ocasiones pero no nos cansaremos de repetirlo: el mindfulness es la práctica que entrena nuestros músculos de la atención. Hay que fortalecer nuestros recursos de consciencia plena, hay que mejorar la capacidad de enfoque de nuestra mente. Hacerlo desde pequeños no solo asegura una vida más plena sino que por extensión un mayor rendimiento académico.
Hay que señalar, a propósito de este tema, que en los últimos tiempos se está cuestionando el concepto de Déficit de Atención como diagnóstico aplicado a muchos niños que tienen problemas de aprendizaje. No pretendo aquí entrar en esta polémica, pero, como mínimo, creo que hay que tomarla como una prueba de que vivimos tiempos de “desconcentración”, de “desconcierto”, incluso de “inconsciencia” y que la técnica de mindfulness puede ser una herramienta muy útil para poner solución al problema.
Existe mucha documentación sobre este tema que me llevaría a escribir algo más que un post: dos o tres o un artículo largo. No pretendo cansaros. Vamos a avanzar en la cuestión a través de diferentes entregas. Hoy solo quiero haceros partícipes de este vídeo de Jon Kabat Zinn, como sabéis uno de los principales teóricos del mindfulness, en el que se aborda la cuestión.
VIDEO:
Habla Kabat Zinn de la importancia de “enseñar al niño a conectar con el dominio de ser y no del hacer, hacer, hacer”. En su opinión, cuando los profesores logran trasladar esa conexión al aula, inmediatamente los niños entran en un estado de calma, rebajan su nerviosismo, sus miedos, su inquietud improductiva… Ese es el beneficio a corto plazo. A largo plazo consiguen una mejor predisposición al aprendizaje y se manejan mejor con el resto de compañeros. Todo porque son capaces de volver la mirada hacia ellos mismos y dejar de estar “abducidos” por el entorno frenético.
Calmar el cerebro del niño, introduciéndole poco a poco en el uso de la respiración y la relajación, es prepararlo para el aprendizaje, además de hacerlo para las situaciones de la vida. Cuanto más temprana sea la edad para comenzar ese camino más beneficios se alcanzarán.
La respiración es el principal vehículo para la meditación y la consciencia. Y respirar no es algo que debamos a aprender pues, como afirma Jon Kabat Zinn en el vídeo, es algo que tenemos de serie y que ejecutamos sin pensar. Sin embargo, sí que es necesario aprender a utilizar su poder a nuestro favor. Y en eso es en lo que los profesores pueden facilitar un instrumento muy valioso a los alumnos. (También a sus familias porque en condiciones normales lo que el niño aprende en la escuela acaba influyendo en la casa y viceversa).
Por lo tanto, creo firmemente que la escuela puede y debe contribuir a crear un espacio para la atención plena. Y ya sabéis: cuanto más trabajemos, limpiemos, ordenemos ese espacio interior más grande y luminoso será.
Lecturas recomendadas:
Un bosque tranquilo. Patricia Díaz Caneja y Marta Navalgar
Mindfulness para niños. Paloma Sanz Vara de Rey
Mindfulness Para Enseñar Y Aprender. Deborah Schoeberlein
Juegos mindfulness: Mindfulness y meditación para niños, adolescentes y toda la familia. Susan Kaiser Greenland
El maestro atento. Gestión consciente del aula (Aprender a ser). Luis López González